Llevamos ya unos años que los telediarios de mediados de agosto no se abren con imágenes de miles de personas atrapadas en los aeropuertos, durmiendo encima de las maletas o haciendo largas colas de reclamaciones. Punta Cana, la Rivera Maya o Cancún son cosa del pasado -de la burbuja económica- y ahora, en agosto, los españoles que se creyeron «burgueses novorriquistas» vuelven a refugiarse en sus pueblos donde abuelos, tíos y primos lejanos que allí parecen más cercanos, los cuidan y los miman. ¿Qué hubiera sido de la crisis española sin estos colchones familiares? Sin duda, un auténtico drama.
En fin. Que la España más viva es hoy es la rural, aunque sea por una semana. Media España está realizando turismo de interior -bueno es que lo poco o mucho que gastemos lo gastemos aquí- aunque hay algunos, los que más deberían, que ni siquiera predican con el ejemplo.
El ministro de Turismo, Jose Manuel Soria, a quien se le llenaba la boca promocionando el turismo de interior hace unos meses, ha pasado sus vacaciones en Punta Cana con el ex ministro Wert; y la reina consorte, Letizia Ortiz, no ve la ocasión para ausentarse de España cada vez que puede de incógnito y en sus vacaciones privadas, promocionando, así, costas y lugares de ensueño en Portugal, Italia, Grecia, etc. Ya no veranea en Ribadesella con su abuela Menchu como antaño.
La solidaridad obligada del español medio con la economía del país -dejando sus divisas dentro- tiene su ‘cara b’ en los que sí deberían dar ejemplo, pero les puede la tentación de financiarse la lujuria que ofrecen los paraísos ¡todos los paraísos! ¡Porque pueden!
Gema Castellano @GemaCastellano