Promotores, productores y organizadores de eventos llevan muchos meses manifestando su disgusto por la reventa de entradas a través de las distintas plataformas del mercado secundario (mercado de intermediación entre comprador y revendedor de entradas). El último escándalo lo ha protagonizado Roberto de Luca, directivo de Live Nation, quien reconoció durante la emisión de un programa de televisión italiana, que su empresa desviaba entradas al mercado secundario; una práctica ilegal. Dicha promotora colocó los tickets a cambio de quedarse con el 90% del recargo que se pedía por ellos.
La principal razón de esta nueva realidad, es una de las leyes más básicas de la economía de mercado: la oferta y la demanda. Según Matan Ganani, fundador y CEO de Never Empty, “en el mundo de los eventos hay citas que nadie se quiere perder y los fans están dispuestos a pagar mucho más por asistir a ellas. ¿Es malo esto? De ninguna manera. El problema es que lo que la gente paga de más termina en el lugar equivocado, y los promotores de eventos se están dando cuenta de ello”.
Muchas son las quejas a lo largo de los cinco continentes que han puesto este fenómeno en el punto de mira de promotores y organizadores de eventos. El ejemplo más reciente fue el del pasado 21 de noviembre con las entradas para el concierto de Bruno Mars del próximo 3 de abril, al agotarse rápidamente los tickets. FACUA (Asociación de Consumidores) denunció a Ticketmaster argumentando que, una vez agotadas las entradas en su canal, desviaba al usuario a su página de reventa Seatwave. Ambas forman parte de la estructura de Live Nation, la mayor promotora de conciertos del mundo.
El último escándalo lo ha protagonizado Roberto de Luca, directivo de Live Nation, quien reconoció durante la emisión de un programa de televisión italiana, que su empresa desviaba entradas al mercado secundario; una práctica ilegal. Dicha promotora colocó los tickets a cambio de quedarse con el 90% del recargo que se pedía por ellos.
Otro ejemplo claro es el del musical Hamilton, el último éxito de Broadway, en Nueva York. La compañía realizó un análisis exhaustivo y concluyó que alrededor del 25% de las butacas del teatro estaban disponibles y a la venta en el mercado secundario. El promedio de las entradas revendidas está en 720€, es decir, 660€ por encima de su precio original. El resultado: en un año el mercado secundario se está llevando 54 millones de euros.
En Japón está ocurriendo algo similar. Cuatro asociaciones de la industria del entretenimiento, 116 artistas y 24 festivales y eventos, han apoyado la iniciativa privada #ResaleNO, que busca hacer un llamamiento para detener y terminar con la reventa de entradas.
También hubo escándalo con la llegada de Bruce Springsteen a Madrid el pasado mes de mayo. Después de ser testigos de la abrumadora venta de todas sus entradas y la inmediata publicación de las mismas en el mercado secundario, los productores culparon a una de las principales plataformas de reventa, calificado como un “fraude planificado” su actividad.
A pesar de las pruebas evidentes reveladas por Roberto de Luca, los directivos representantes en nuestro país de las compañías involucradas en el escándalo italiano, niegan por completo que esto ocurra en España. Roberto Grima, Presidente de Live Nation Madrid, señala que “no tengo datos sobre Italia, pero en España es ilegal y lo tenemos estrictamente prohibido”, al igual que Eugeni Calsamiglia, director general de Ticketmaster en España, que afirma que su empresa “no desvía entradas”, ni tampoco “entran ni salen” en el mercado secundario.
¿Cuál puede ser la solución?
Algo parece claro: el mercado secundario no va a desaparecer e incluso crece año tras año. Y a pesar de que la presión de varios actores del sector como organizadores, promotores y clubes deportivos, juega un rol muy importante, para Matan Ganani una solución más sencilla debería ser el desincentivar el uso de estos canales, innovando y dinamizando la venta desde los promotores y sus canales primarios.
En sus palabras, “la única manera de reducir el efecto del mercado secundario, sin entrar a valorar medidas legales o punitivas, es dando a los fans alternativas innovadoras para comprar sus entradas. Esto puede darse con el uso de plataformas de precios dinámicos basadas en subastas de entradas y el establecimiento de fases de venta. De esta manera, la gente decide el precio, el organizador controla y decide lo que está dispuesto a aceptar y el dinero extra se lo queda quien debe quedárselo”.
Estará por verse qué medidas toman promotores y organizadores para luchar contra el mercado secundario. Pero lo cierto es que hay un descontento claro y generalizado, que debería materializarse en medidas tendientes a devolver los beneficios a los verdaderos artífices de los eventos.