Mal está que sea un presunto estafador y corrupto, pero que se perfile, además, como un rastrero, cobarde y aprovechado capaz de vender a su compinche para intentar quedar indemne, no deja en buen lugar a ese prestigioso «espíritu» orgulloso y loable que planea sobre las Escuelas de Negocios y que, se supone, debe dejar su impronta en la integridad, rectitud, prestigio y honestidad de los que lucen la insignia de la institución.
No debe estar ESADE muy orgullosa de éstos sus ilustres alumnos, aunque quizás también debería explicar qué criterios siguió para que el cuñado del nuevo Rey recibiera la Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas y MBA en un tiempo record; y también, por qué no, hacer un comunicado mostrando su indignación ante la vergüenza de que dos de sus alumnos, uno además profesor y el otro ilustre y tratado con honores, estén implicados en uno de los casos de corrupción más llamativos. Todo menos la actitud poco elegante de esconder la cabeza debajo del ala.
Recuerdo cuando la London School of Economics (LSE) tuvo que retirar el título que el hijo de Gaddafi, Said al Islam, había conseguido en esa institución tras hacer una jugosa donación. Entonces la LSE también pidió disculpas públicas y devolvió el dinero. Pero ¡claro! El Reino Unido no es España y España no puede ni soñar con ser el Reino Unido.
Lo cierto es que es difícil definir en la actualidad el término «decencia» en España; un país donde los corruptos juran actuar bajo la legalidad y el auspicio de la autoridad, y se creen en posesión de la dignidad y el derecho al respeto, a pesar de tener millones escondidos en altillos, de obtener millones en dinero públicos en subvenciones justificados con facturas falsas o de ser pillados en conversaciones telefónicas donde cuentan sus acciones.
Porque nadie se corresponsabiliza. Nadie pide perdón por sus corruptos. Es como si las corrupciones surgieran por generación espontánea, Sin que existiera un caldo de cultivo que las propicie. Así nos va. Todos tirando balones fuera.
Atentos a la entrevista que Torres ha concedido oportunamente a Ana Pastor para El Objetivo. La miseria del ser humano elevada al derecho a la defensa ¡Todo vale!, menos la decencia y la dignidad.
Gema Castellano @GemaCastellano