Como si Rodrigo Rato fuera bipolar o tuviera una doble moral y tuviéramos que aceptarlo. Como si tuviéramos, por narices, que diferenciar al Charles Manson asesino y al pobre Charles Manson de infancia tormentosa. Como si tuviéramos que distinguir de una banda terrorista su aspecto ideológico de ansias de independencia, de su carácter asesino o como si tuviéramos que aceptar y perdonar el Holocausto, porque Hitler lo que quería era una Alemania de niños rubitos y perfectos
¡Qué desafortunado es nuestro ministro de justicia! En ésta y en otras cuestiones. Pero en ésta, precisamente, Rafael Català riza el rizo. Debería saber que la ética y la moral no tienen doble filo. Que una persona «es» o no «es». La ética y la moral o se tienen, o no se tienen. Y es desolador constatar que un ministro de justicia es capaz de justificar a un presunto delincuente, porque fue vicepresidente del gobierno.
Rato ni las tiene ni las tuvo; de ética y moral hablo. Ni en su faceta de empresario ni en la de político. Porque no solo nos dejó un pufo de 31.000 millones de euros (5.157,966.000.000 de pesetas) en el caso Bankia y se gastó en clubs y en alcohol un dinero que no era suyo con unas tarjetas fraudulentas, sino que ha sido capaz de pasar el verano refregando por las narices de la sociedad española, su altísimo nivel de vida y su poder, mientras su testaferro ya estaba en la cárcel.
Pero su presunta «sociopatía» viene de lejos. Mientras Manuel Pizarro, hombre fuerte del PP de Aznar y antiguo presidente de Endesa -¡personaje a no olvidar!- arrancaba un aplauso unánime de minutos con ese «¡gracias por tu ejemplo! ¡Rodrigo, Rodrigo, Rodrigo…!», y Javier Arenas se echaba a la arena sin escudo y con el culo al aire calificando de «carnicería infernal que ha tenido que soportar él (Don Rodrigo) y su familia» y dándole su apoyo, durante el primer año del XXI, Rato ya había cobrado créditos que no había devuelto y había creado empresas para presuntamente desfalcar.
Don Rodrigo se dejaba querer por su fiel guardia de corps -toda la bancada popular contra las acusaciones del entonces portavoz socialista Jesús Caldera– y ponía ojitos llorosos en el Congreso mientras decía que «no hay crédito que no haya devuelto en condiciones del mercado», «se dedican a investigar la vida privada de los adversarios y a amenazarlos…» o «yo me he dedicado a crear empleo, a crear riqueza y a conocer la realidad del mercado». Sí. Evidentemente, sí. A conocer la realidad del mercado, sí… Pero para beneficio propio. Lo demás lo dirán los jueces; si pueden.
Es imposible que usted pueda separar al Rato ‘político‘ y al Rato ‘empresario‘, Sr. Català. Por cierto ¿ocurre lo mismo con todos los miembros del gobierno del PP, Sr Català? ¿Todos tienen una parte política y una parte empresarial? ¡En fin!
Gema Castellano @GemaCastellano
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