¡Vamos! Que por detrás mucho hablar, pero en el momento en que Rajoy ha dicho «éste es un partido unido y nos lo tenemos que creer sin enredarnos en cosas que solo importan a veinticinco», han agachado todos las orejas -incluida Aguirre- y ha ocurrido lo que ya vaticinó hace dos días Agustin Conde, portavoz adjunto del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, cuando dijo: «cuando Rajoy hable, a callar y a obedecer».
Y para no tener que callar y obedecer porque asegura que «ya no tiene años para ir de palmero» León de la Riva, el díscolo alcalde de Valladolid, ni siquiera ha ido a la reunión. Ya veremos qué ocurre con él, porque de la Riva es alcalde en activo e imputado; pero el PP jamás se ha planteado inhabilitarlo… ¡por imputado, digo! Insisto. Ya veremos si lo de «no ir de palmero», sí es un motivo para deshacerse de él.
La cosa empezaba en Semana Santa, cuando Carmen Riolobos, a instancias de su jefa, Cospedal, acusaba a «los que perdieron Andalucía» de desestabilizar el partido. Conocida es la inquina que se tienen Cospedal y Arenas, sentados, por cierto, a la derecha y a la izquierda del «padre», es decir, de Rajoy. La cara de los dos en la reunión silenciosa era hoy de «aúpa».
Cospedal meneaba sus pestañas postizas de manera compulsiva intentando, así, disimular la impasibidad de la expresión de su cara -esa que utiliza para negar, negar y negar y diferir, diferir y diferir- mientras Arenas, el eterno perdedor en Andalucía, se permitía ser más expresivo mostrando ahora asombro, otrora perplejidad y más tarde escepticismo, pero sobretodo incomodidad, ante las palabras del líder.
Allí nadie se ha atrevido a mover ni un músculo. Está claro que ninguno de ellos quiere perder el sillón. Y decir lo que se piensa en el PP, es, sin duda, el olvido y el arrinconamiento, antes o después. ¿Por qué creen que una reunión de junta directiva diseñada para que los miembros de dicha junta expresen lo que opinan sobre el partido, que debe celebrarse cada seis meses, no se ha celebrado desde hace dos años? Pues eso.
Esperanza Aguirre, quien se permitió mandar a Rajoy el mensaje de «menos economía y más ideología» -aprovechando un micrófono de tv- hoy ni siquiera ha levantado la mirada de su smartphone. El presidente la necesita para intentar conservar la alcaldía de Madrid, pero estos pactos con el diablo que Rajoy hace para intentar conservar plazas, ya veremos a donde llevan al partido a medio plazo.
Y en lo que interesa, la economía, que diría Rajoy, los datos son los siguientes. A ver si nos vamos enterando, para poder calificar, bien, los cuatro años del gobierno del partido Popular.
Cuando Rajoy llegó al poder en España tenían trabajo 17.248.530 personas. Rajoy dejará este dato con la cifra de 16.832.801 trabajadores.
La cifra del paro cuando Rajoy asumió la presidencia era de 4.420.462 personas y ahora es de 4.451.939 personas.
De los puestos de trabajo que Rajoy dice que está creando -y de verdad que lo está haciendo- el 10% son indefinidos, aunque el 43% de estos indefinidos es a tiempo parcial; y el 90% son temporales.
Lo cierto es que el modelo de crecimiento basado en la precariedad de los sueldos -ninguno llega a mileurista- no garantiza que podamos sostener el bienestar social por el aumento de las cotizaciones.
Con este panorama yo casi le daría la razón a Aguirre, cuando le aconseja a Rajoy que más ideología y menos economía, para intentar ganar los votos.
Por cierto. Enrique Lacalle, el economista ultraliberal que Aguirre afirmó haber reclutado para su causa, dice que se lo tiene que pensar. Quizás no quiera jugar a caballo perdedor o crea que no tiene necesidad de enfrentarse al liberalismo de pandereta español, basado en la connivencia entre oligopolios y Estado.
¡Ya veremos!
Gema Castellano @GemaCastellano