Pero ¡cuidado! Que no es un «zarpa la greña cualquiera»; es un «zarpa la greña» irreconciliable, de zancadillas, de patadas en la espinilla, de ataques, de contra ataques, de conspiraciones, de filtraciones a la prensa, de pactos con periodistas… Tanto, que Rajoy ha tenido que asumir responsabilidades que jamás hubiera querido y sobretodo salir del plasma, para intentar que no se note, ganar unas elecciones y conseguir que se apacigüen un poco esas dos gatas desquiciadas.
Moragas y Pablo Casado han sido en los que Rajoy ha delegado de cara a la galería; pero aún así, la cosa está que arde.
A un lado del ring y vestidos con el hábito de la Congregación Mariana están Margallo, de Exteriores; Fernández Díaz, de Interior; Ana Pastor, de Fomento; Soria, de Industria, Energía y Turismo; Tejerina, la lumbrera de Agricultura que advirtió a España sobre la peligrosidad de las urnas y que sustituyó a Cañete; Morenés, el de Defensa; y Català, la también recién incorporada lumbrera al sillón del ministerio de justicia, que pretendía poner un bozal a la prensa… por ley. En fin.
Al otro lado del ring y rebozados en una soberbia sin límites que pretenden hacernos tragar en forma de pildorón de eficacia y modernidad, están los «Sorayos» Montoro, de Hacienda; Alfonso Alonso, de Sanidad; y Moragas, jefe de campaña de Rajoy para las Generales y con fama en el partido de trepa, prepotente y frívolo -al más puro estilo sorayo- del que el mismísimo Rajoy dice «le hago caso en sus consejos de campaña… o no»
En fin. Lo peor de esta pelea de gallos permanente en el Consejo de Ministros es que es una pelea pura y simplemente por el poder. El poder por el poder. Lo demás lo solucionan con ideología pura y dura, a golpe de Decreto Ley. En eso, sí, hay consenso.
¡Porque reconocerán que sería un avance democrático, que en el Partido Popular discutieran ideas y propuestas simplemente por el derecho de cada cual a pensar diferente incluso dentro de su clan; y por el deber de los demás miembros del clan, de respetar las opiniones diferentes! ¡La auténtica democracia, interna! Pero no. Pelean a patada limpia por el poder. Solo por el poder.
¡Qué manera de soñar despierta! Pero si eso de respetar el derecho individual a pensar diferente dentro del clan no se tolera ¡ni en los partidos de izquierdas! ¡Qué digo en los partidos de izquierdas!
El derecho individual a pensar diferente, a ser diferente y a vivir diferente no se respeta ni siquiera en el seno de las familias españolas! -de ahí eso de la oveja negra–
Y es que, en definitiva, la gran pregunta es si los españoles tenemos talante democrático, o lo nuestro es más bien una pantomima de falsa tolerancia
Gema Castellano @GemaCastellano