Esos a los que el juez Velasco definió como: «gente que no sabe hacer la o con un canuto, que no saben hablar… a los que hemos colocado al frente de instituciones importantes». Ratos, Blesas, Fabras y demás especímenes con los que el chaval creció y aprendió cómo aplicar el poder, amenazando, extorsionando o chantajeando. El pequeño Nicolás pone en evidencia el estilo de vida de estas gentes, sus conspiraciones, maquinaciones, luchas intestinas y asuntos sucios, y nos damos cuenta de que no nos representan. De que ni siquiera se dan cuenta de que existimos y de que les importamos bien poco.
Nicolás es el típico trepa que un día te encuentras como presidente del gobierno, aupado por todos esos sobre los que guarda secretos. ¡Esto no ha cambiado desde la época de Nerón!
En fin; si encima consiguen pactar con la prensa, empeño en el que Soraya Saenz Santamaría se está dejando la piel, pues ya veis. La realidad social desaparece para ellos. Lo peor de esto es que, si no salta el escándalo, Nicolás es el típico trepa que un día te encuentras como presidente del gobierno, aupado por todos esos sobre los que guarda secretos. ¡Esto no ha cambiado desde la época de Nerón!
Bien. No hemos hablado estos días de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) que ahora preside Juan Rosell. Están en plena campaña electoral y a Rosell le ha salido un claro contrincante, Antonio Garamendi, quien reclama «ejemplaridad» en los empresarios y podría ponerle las peras al cuarto al antiguo «mandamás». A Rosell ya lo conocéis. Ultradefensor de la reforma laboral que se quería cargar la ley de huelga. El pasado miércoles, tarde noche, estaba Rosell reunido, en privado y con toda confidencialidad, en un hotel de Barcelona con la plana mayor empresaria. Por la hora, no se si era una sobremesa tremendamente alargada o una cena anticipada.
Mi encuentro con Rosell fue totalmente casual; yo iba a una reducida cena con el vicepresidente del Grupo Wanda -primer grupo de Turismo de China que visitaba Barcelona- y Rosell se encontraba con un grupo de empresarios en un comedor privado contiguo… tras una enorme cristalera que propició la ‘indiscrección’. La sorpresa fue mutua al vernos ahí y su ‘mosqueo‘, supongo, igual al mío.
Un encuentro casual, cosa del destino. Yo llegaba temprano a una cena con el vicepresidente del Grupo Wanda, me habían dicho que los chinos odiaban la falta de puntualidad, y me encontré de sopetón con ellos, sentados en una enorme mesa en un comedor privado tipo pecera. Como no había nadie en el restaurante, no habían cerrado las cortinas. ¡Menudo papelón! Helados nos quedamos por las dos partes al vernos allí. Nos miramos, nos sonreímos, nos saludamos con un movimiento de cabeza e imagino que su mosqueo sería, al menos, igual al mío.
Por ahí andaba también Joan Gaspar y pensé: «¡mira! yo voy a cenar con el vicepresidente del primer grupo de turismo de China -en mesa de 8 personas- y Gaspar, al lado, perdiendo el tiempo en conspiraciones» En fin. Prioridades. Pronto hablaremos de estas elecciones, que también nos incumben.
Gema Castellano @GemaCastellano