Y lo peor es que cada día se reafirman más en sus posturas; por lo que, me temo, un día acabarán -ya veréis- pactando, gobernando juntos y poniéndose de acuerdo en lo fundamental para la perseverancia del «sistema». En la aniquiliación de lo que no se acomoda a sus pensamientos únicos y en la defensa a ultranza de sus presuntamente corruptos o dirigentes «ilegítimos».
En fin. A otra cosa.
Las cifras salieron ayer, pero reconozco que me ha costado interiorizarlas, analizarlas y, sobretodo, normalizarlas. No son datos sospechosos de manipulación. Instituciones como Cáritas, la Fundación La Once o incluso el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre otras, han contribuido a ratificarlos, antes de hacerlos públicos a través de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social.
No han profundizado demasiado en este informe los medios de comunicación de referencia. Apenas han dado una cifra aprisa y corriendo e intentando que se solape con otras noticias más «llamativas». Pero pone el vello de punta.
Veréis; 12,8 millones de ciudadanos españoles están en riesgo de pobreza y exclusión social. 12.866.431 personas. El 27,3% de la población. Leedlo dos veces.
De esta cifra (12,8 millones) el 75% -9.500.000 personas- no superan el umbral de la pobreza y 2.800.000 personas son trabajadores pobres -no pueden utilizar la calefacción, pagar el alquiler o acceder a los servicios públicos- y carecen de posibilidades de salir de la pobreza, porque seguirán siendo pobres incluso teniendo empleo.
Aún así, el gobierno rechaza, por ejemplo, el término pobreza energética. Prefiere definir a esta gente como «usuarios desfavorecidos«. De la misma manera que el ministro Soria prefiere llamar «evolución desfavorable de los precios» al aumento del 18% de la tarifa eléctrica en un año.
Cambiar el lenguaje para que nada cambie. Hipocresía en estado puro, falta de empatía, inconsciencia y absoluto desprecio hacia el ciudadano. ¡Mal vamos!
Y erráis si pensáis que esta situación no os afecta. Una sociedad de estas características, sin esperanza, va degenerando hacia una sociedad enferma, cruel, insegura, agresiva e intolerante. Al final, pagamos todos, porque ni siquiera en nuestros círculos de confort estaremos a salvo.
Gema Castellano @GemaCastellano