Las campañas electorales también nos permiten ver la cara dura que tienen unos políticos profesionales- que mal suena eso de políticos profesionales- capaces de mentir sin ningún tipo de compasión y con toda impunidad, para conservar privilegios, prebendas y estatus. Pero sobretodo, las campañas electorales nos dejan claro que el único fin de ganar las elecciones para esos partidos que ya han saboreado las mieles del poder, es no perder ese poder.
Ese poder, que dicen, es mejor que el sexo. Por eso de que con poder el sexo está asegurado -¡será!- como también están asegurados la riqueza, el vasallaje, el abuso o la extorsión. ¡Que se lo pregunten a Esperanza Aguirre, que tras notar la corriente de aire frío al decir que se iba de la política, replegó velas y dijo: «¡nanai de irme! que aquí se está calentito»
Lo cierto es que la crisis económica ha puesto en evidencia un nuevo campo electoral -sembrado con el sacrificio y la extenuación del pueblo para salir de ella, con resultado negativo no solo a nivel económico, sino también a nivel de recortes de todos los derechos fundamentales ganados con la democracia- que el partido del gobierno piensa abonar con «promesas para tontos que siempre triunfan» esparcidas por esas mismas personas sospechosas de corrupción. Porque al menos los demás partidos han sufrido un coste renovándose, pero el Partido Popular (PP), no.
En fin. Sobre las cosas que importan -esas que significan progreso sostenible y calidad de vida- se habla poco en la campaña. ¡Qué caray! ¡No se habla nada! Y lo peor, es que el ciudadano tampoco pone en aprietos a los políticos para que se comprometan con ellas.
Por ejemplo, la electricidad. Muy seguramente, el breve, el recibo de la luz vuelva a subir al menos un 8%, debido a que los fondos norteamericanos y los inversores privados, ya han denunciado al gobierno español por su penalización a las renovables… de forma ilegal. En la revista Forbes, por otra parte, se ríen de nuestro ministro Soria como si fuera un reyezuelo bananero por ese «impuesto al sol» y sus medidas contra el autoconsumo, que consiguen que con placa solar paguemos más luz que sin ella. Pues bien. Todos callados sobre esto. Según Forbes «el gobierno español trabaja para las grandes empresas» ante la impasibidad de los ciudadanos (glups)
Sobre el asunto de las ‘leyes contra los delitos económicos’ también callan todos. En contra de lo que ocurre en otros países democráticos, en España los robagallinas van a la cárcel mientras los que desfalcan al país desayunan en hoteles del centro de Madrid con los ministros. No significa que en otros países los poderosos a nivel financiero no lo intenten. Pero si los pillan, pagan. Saltarse las leyes de la competencia en países democráticos también supone multas multimillonarias. Aquí siempre compensa el delito. Las multas son ridículas. E insisto; todos callan.
El asunto de las privatizaciones es serio. Porque en España privatizar significa ceder las empresas estatales que funcionan y en las que se ha invertido dinero público, a los amigos; cargando las pérdidas al erario público. A cambio los políticos se hacen millonarios. Porque manda narices que España es de los pocos países donde un político entra pobre y sale millonario. ¡Cuidado con las privatizaciones! (que llevamos unas cuantas)
En fin. Políticas que nos hacen vivir sin calidad de vida y sin desarrollo, pero en las que no reparamos. Esto es lo que debemos preguntar a los candidatos. A todos. A ver qué responden. ¡Que a ver qué responden!
Gema Castellano @GemaCastellano
Foto: Campaña NosMasIVA del PP (May 2010)
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