Benditas campañas electorales, porque nos permiten percartarnos de las chapuzas realizadas, de los parches preparados para maltapar esas chapuzas -siempre parches de mala calidad, baratos y temporales- y de las promesas de futuro; que no son otras que aquellas que ya se prometieron y nunca se cumplieron, sacadas del cajón de «promesas para tontos que siempre triunfan».
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