La pasada semana el Ministro de Justicia, Rafael Català, participaba en uno de los almuerzos-coloquio que organiza de manera habitual el Círculo Ecuestre de Barcelona para empresarios. Català iba bien en su discurso. Se encontraba como pez en el agua haciendo campaña y peloteando a los empresarios catalanes asistentes, que escuchaban, con más o menos entusiasmo, la predisposición de Català para poner la Justicia a disposición de «la sofisticada economía catalana».
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