Corría el año 2004 cuando tuve la oportunidad por primera vez de entrevistar a Micky Arison, entonces propietario y también presidente de Carnival Corporation, la mayor compañía de cruceros del mundo. Le pregunté por una reunión que había mantenido con álvaro Uribe, el entonces presidente de Colombia, pocas horas antes de su llegada a Barcelona, y sorprendido me contestó: “¡Cómo sabe que me he reunido con él?” y, tras esbozar una sonrisa, añadió: “¿Tiene usted espías en mi despacho?”. Uribe quería que Arison pasara sus naves por Colombia, pero Arison no creía que el país ofreciera la seguridad adecuada para sus pasajeros.
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