Contaba con el Canal de Aragón y Cataluña, una línea de ferrocarril que lo conectaba directamente con Sant Sadurní y unas tierras áridas y pedregosas peinadas por un durísimo clima continental. Pero Manuel Raventós conocía ese suelo desértico como la palma de su mano y sabía que podría ganarle la batalla. A partir de ahí, comenzó a diseñar su sueño. Plantó chopos y cereales para adecentar la tierra y, en 1914, esas 3.200 hectáreas se convirtieron en un exquisito viñedo …
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