Las víctimas del terrorismo de ETA tienen que sumar a su dolor la utilización política de una causa que debería estar desprovista de ideología. La instrumentación del dolor de las víctimas de ETA como arma política es una de las acciones más deleznables en este proceso. Porque ETA no pedía el carnet de militante de un partido o de otro a sus víctimas. Asesinaba por otros motivos.
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